Política y Educación: Situación Afroperuana en Indoamérica

Foto: Makungu

La educación representa un eje que toda política pública, entendida esta como una acción gubernamental sustentada en diagnósticos y análisis de factibilidad, que se oriente hacia la equidad de los diferentes grupos poblacionales de un país, debería priorizar. Teniendo esto en cuenta debemos comenzar aterrizando el tema sobre la realidad tanto peruana como indoamericana. Debido a ello, y antes de entrar a dar una mirada política al sistema educativo como tal, creo necesario mencionar algunas cosas referidas a las políticas públicas afirmativas y con enfoque de equidad que considero necesarias resaltar.

Hay que reconocer que el principal problema al cual nos enfrentamos al intentar profundizar tanto en la investigación sobre la situación de la población afrodescendiente, como en el desarrollo y la implementación de políticas públicas de equidad dirigidas a nuestro pueblo, especialmente en el Perú, tiene que ver en gran medida con la debilidad en el registro de datos estadísticos referentes a nuestras diversas situaciones. Sin estas estadísticas, y esto es seguro, no será posible una intervención pública eficiente dirigida hacia nuestra etnia que, todavía, se ve afectada por la discriminación histórica. A esta debilidad en los registros estadísticos se suma un cierto recelo, por parte del público en general y de muchas instituciones públicas, a reconocer la existencia de desigualdades raciales hacia los y las afrodescendientes (e indígenas también) vigente en todos los países de la región, con sus diferentes niveles tal vez, disimulado detrás de una “democracia racial” inexistente. Entonces, se hace patente la necesidad de propiciar un debate abierto sobre las desigualdades que las poblaciones afrodescendientes enfrentan hoy en día, sobre la necesidad de fomentar culturas abiertas a la diversidad e introducir medidas específicas para corregir las mismas. La aplicación de este tipo de políticas públicas se ve obstaculizada no sólo por la carencia de recursos económicos, institucionales y materiales asignados a la misma, sino también por no ser reconocidos, por ende, no existir para la constitución y el estado y por esta deficiencia de datos que no permite una adecuada identificación de la realidad de la población meta de estos programas y que tampoco permite una revisión de la efectividad de las medidas puestas en marcha. Por ejemplo, ni la posibilidad ni la efectividad de la introducción de cuotas de acceso al Sistema Educativo Universitario para la población afrodescendiente pueden medirse, y por lo tanto implementarse, si no existe una cantidad significativa de series estadísticas específicas, históricas y homogéneas desagregadas por origen étnico. La producción de estadísticas precisas y sólidas son un paso previo esencial para avanzar en la aplicación de medidas públicas de equidad para los y las afrodescendientes. No obstante, pocas son las políticas afirmativas, y esta sería la primera propuesta que les traigo hoy, que incluyen el fortalecimiento de los sistemas nacionales de estadística como aspecto transversal. Debemos entonces tener en cuenta que los instrumentos regulatorios internacionales, regionales y nacionales vigentes relativos a la población afrodescendiente se basan mínimamente en el principio de la no discriminación, que representa el primer peldaño en materia de derechos. La no discriminación, en efecto, no reconoce explícitamente la presencia de una situación de desigualdad de partida, sino que pretende que la acción pública no genere desigualdades.

Y, con respecto a esto, pasamos a un segundo punto. ¿Dónde estamos las y los afrodescendientes dentro del sistema educativo peruano?

Según censo: Solo el 46% tiene educación secundaria. Sólo el 26% tiene educación primaria. El 5% no tiene ningún tipo de educación. Y sólo el 11% ha podido alcanzar la educación superior, incluyendo completa e incompleta y esto sin contar la tasa de deserción, que es más del 50%. Para estos fines, sirve saber que el 50% en edad escolar y el 35% en etapa universitaria declaró en su momento asistir constantemente a las aulas. De estos, sólo el 2% culmina. Frente a estos datos se agrupa al resto de poblaciones y cualquier persona se da cuenta de que tienen un mayor acceso. Conjuntamente con eso, el 6% de la población afroperuana es afectada por el analfabetismo, siendo quienes viven en áreas rurales, además de las mujeres negras, las más afectadas. Creo necesario añadir que el 36% de la población afroperuana en edad educativa debe trabajar también. Muchos nos hemos preguntado ¿qué se ha hecho con respecto a esto? La respuesta es: nada.

En el Perú no existen políticas de acción afirmativa específicas para los pueblos afrodescendientes. Si bien hay alrededor de una docena de instituciones educativas que cuentan con mecanismos de admisión especial por condición étnica, está beneficia sólo a la población Indígena. Sólo en el 2006 a través de un proyecto con el INDEPA, la Universidad Enrique Guzmán y Valle, conocida como La Cantuta, abrió plazas que exoneraban a los y las afrodescendientes del examen de ingreso. Sin embargo, no hubo un adecuado seguimiento de la situación académica y social y debido a que muchos tenían bajos o nulos recursos faltaron becas para la manutención de los estudiantes. Y ahí quedó. Entonces, revisemos algunos países hermanos de Indoamérica y veamos cuales, de sus esfuerzos, son aplicables en el Perú.

En Colombia, se destaca la creación de un fondo especial de créditos educativos para estudiantes de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras de escasos recursos. Este fondo facilita el acceso, permanencia y graduación de los estudiantes para educación formal, presencial o a distancia en pre y postgrado.

En el Ecuador, en 2010, es digno mencionar el Programa de Becas para estudios de maestrías en la FLACSO Ecuador. Para esta, CODAE, firmo convenio con FLACSO para becar a estudiantes afro ecuatorianos de forma completa, incluyendo colegiatura, manutención y seguro médico. Sin embargo, en el Brasil, es donde se encuentran algunas iniciativas muy interesantes. En principio, se creó en el 2002 la Beca Premio Vocación para Diplomacia. Esta es entregada a estudiantes afrobrasileños dedicados a la preparación del examen de selección para la carrera diplomática. Hasta el 2014 fueron concedidas 600 becas. Tienen también el programa Universidad para Todos (ProUni) que entrega becas integrales en universidades privadas con cuotas porcentuales en cada institución educativa específica para afrodescendientes e indígenas según el porcentaje poblacionales en cada estado. Hasta el 2014 se entregaron 1.270.000 becas de las cuales alrededor del 50% fueron otorgadas a estudiantes afrodescendientes. Para las universidades públicas, se encuentra la Ley de Reserva de cupos para estudiantes negros. Esta ley reserva un 50%de cupos para quienes estudiaron en escuelas públicas y dentro de esto se reservan cupos para estudiantes Afrodescendientes según su porcentaje en cada estado con un incremento del 25% anual. Para ampliar las posibilidades de éxito y combatir la deserción, fueron creadas becas para solventar los gastos de mantención. Y quiero resaltar, que, junto a esto, se encuentra la inclusión de historia y cultura afro brasileña en los currículos escolares según Ley N. 10.639/2003. Ley que ha generado fortalecimiento de la identidad e iniciativas para producción de libros y materiales didácticos al respecto.

Cabe mencionar, teniendo en cuenta que no se brinda historia afroperuana en las escuelas, más allá de la esclavización, para cerrar, que le etnoeducación fue incorporada como una política educativa del estado Colombiano en el 76 mediante decreto de Ley 088 y que, desde el 93, el Ministerio de Educación Nacional asume la etnoeducación en comunidades afro colombianas con el asesoramiento continuo de la Comisión Pedagógica de Comunidades Negras para la formulación y ejecución de políticas etnoeducativas para las poblaciones afro.

Luego del Perdón Histórico al Pueblo Afroperuano, estamos ante la obligación de construir mecanismos internos que beneficien la inserción de nuestro pueblo y otras comunidades en situación de vulnerabilidad a la vez que se debe, necesariamente, impulsar desde la misma población negra que esto sea política urgente de gobierno. Preguntémonos ¿es suficiente pedir perdón? ¿hasta ahí deben llegar las acciones de quienes deben preocuparse por un pueblo que fue y sigue siendo vulnerado?

Nadie tendrá más voluntad política para con nuestro pueblo que nuestro propio pueblo.

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